⚡ El Gran Apagón: Cuando España Se Quedó a Oscuras y Sin Wifi
Un lunes que nos bajó los plomos… y los nervios
Lo que comenzó como un lunes cualquiera terminó siendo un capítulo digno de serie apocalíptica. El pasado lunes 28 de abril de 2025, millones de personas en España y Portugal se vieron atrapadas en un apagón masivo que, en apenas cinco segundos, borró del mapa más de 15.000 megavatios de energía. Para que nos entendamos: se fue el 60% de la luz del país… como si alguien hubiera desenchufado la península.
Y no solo se apagaron las luces. El corte paralizó hospitales, transportes, supermercados, cajeros, Internet, redes móviles y, claro, la paciencia de todos.
Pero… ¿qué diablos pasó?
Aunque aún se investiga el origen exacto, las primeras hipótesis apuntan a una desconexión masiva de plantas solares en el suroeste de España o a una fuerte oscilación en el flujo de potencia dentro del sistema eléctrico europeo. Lo que sí sabemos es que no fue un ciberataque (respiremos) ni culpa del clima.
En cinco segundos, se desencadenó un efecto dominó que tumbó el sistema eléctrico como fichas mal colocadas.
Enseñanzas que nos deja la oscuridad
Este apagón nos sacudió, no solo por la falta de luz, sino por lo que revela:
1. Nuestra dependencia brutal de la electricidad
Todo, absolutamente todo, está conectado a la red: puertas, bancos, hornos, routers, ascensores, neveras, datáfonos. Sin energía, nos volvemos vulnerables.
2. La necesidad de seguir usando efectivo
La moneda física sigue siendo nuestra aliada en momentos de caos. Durante el apagón, muchos no podían comprar ni agua por no llevar suelto. Si la red cae, también lo hacen los pagos digitales.
3. Autonomía eléctrica: paneles, generadores y baterías
Disponer de fuentes propias de energía (aunque sea una powerbank cargada o una radio a pilas) puede ser la diferencia entre el pánico y la calma. La autonomía eléctrica debería estar en nuestro kit básico de preparación.
4. Falta de prevención y protocolos
Nos pilló en bragas. Las infraestructuras no estaban listas, la información oficial tardó, y la ciudadanía no sabía qué hacer. Urge tener protocolos claros de actuación ante catástrofes.
5. Cuando se pierde la comunicación, se pierde el control
WhatsApp caído. Nada en Twitter. Sin radio ni tele. El silencio informativo generó ansiedad y aumentó los rumores. Contar con radios portátiles o medios alternativos para informarnos debería dejar de parecer cosa de prepper paranoico.
6. Preparación psicológica: la gran olvidada
La incertidumbre es desgastante. La sensación de no tener el control genera miedo, confusión y, en muchos casos, comportamientos irracionales. Aprender a mantener la calma, gestionar la ansiedad y adaptarse rápidamente es clave para afrontar cualquier crisis.
Entonces, ¿qué hacemos ahora?
Reflexionar. Actuar. No podemos depender de un sistema tan frágil sin un plan B. Este apagón fue una señal de alerta para todos: ciudadanos, empresas y gobiernos.
Diversificar energías, mejorar infraestructuras, aprender primeros auxilios digitales y cuidar nuestra salud mental debería estar en la lista de prioridades desde ya.
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